Mi nombre es Marcela, soy segunda de 4 hermanas que crecieron en un barrio del sur de Bogotá llamado Compartir. Tengo un hermoso hijo llamado David Felipe. Mi vida en la Iglesia Luterana de San Pablo comenzó cuando tenía 11 años. Considero que es uno de los mejores dones que Dios ha traído para mi vida. Gracias a la Fundación Camino de Emaus y a mis padrinos, Gene y Betty Erickson realicé mi educación secundaria, así como un Grado en Tecnología Industrial. Mientras estudiaba tecnología, tuve a mi hijo y, siendo una madre joven, mi hijo se convirtió en mi incentivo para estudiar y trabajar por un futuro mejor para los dos y para mi madre.
Después de completar mi Licenciatura en Tecnología Industrial comencé a trabajar y seguí estudios para convertirme en Ingeniera de Producción. Me apasiona mi carrera porque soy capaz no solo de ver la parte productiva de las empresas sino también de trabajar en el área de la gestión humana y relacionarme con las personas trabajadoras tal y como son, con sentimientos, sueños, debilidades y convertirme en una voz de aliento y apoyo para ellas.
Buscando seguir mejorando profesionalmente, también hice una especialización en Gestión de Salud Ocupacional. Cada mañana, cuando me levanto, le pido a Dios fortaleza para enfrentar cualquier dificultad que pueda surgir y sabiduría para tomar las mejores decisiones.
Estoy profundamente agradecida con Dios, por la influencia de la Iglesia Luterana San Pablo. A la Fundación Camino de Emaus y a todos los que apoyan su misión de empoderamiento con sus oraciones y recursos financieros, mi sincera gratitud y admiración. Sus contribuciones salvan vidas y rescatan a personas que, debido a las limitaciones económicas, no pueden pagar la educación formal y se ven obligadas a dejar de lado sus proyectos y sueños.